Sí, llega el verano y con él… el uso poco sostenible que hacemos de los recursos energéticos para combatirlo. El problema es que no sólo es el verano. En invierno tampoco somos todo lo sostenibles que debiéramos y nos dedicamos a poner la calefacción como si no hubiera un mañana o a derrochar recursos como el agua caliente. Todo ello, no sólo supone un impacto negativo hacia el medioambiente, sino que incrementa los gastos de un hogar de manera innecesaria.
La mayoría de las personas considera erróneamente que transformar su casa en un entorno más sostenible y eficiente requiere de grandes inversiones, cuando en realidad existen multitud de acciones y soluciones de bajo coste que permitirán que seamos más sostenibles y, de paso, ahorrarnos algunos euros, que nunca viene mal.
Vivimos en casas poco sostenibles…
El parque de viviendas de nuestro país es poco sostenible. Los datos son claros según se desprende del estudio “Eficiencia Energética y Valor de los Activos Inmobiliarios Residenciales en España”, elaborado por IESE Business School y TINSA by Accumin en el que se analizan las viviendas registradas en España atendiendo a la calificación energética de las mismas. El informe concluye que la mayoría de las viviendas españolas presentan una calificación energética “E” (70,7%), seguidas de las categorías “F”, “G” y “D” (23,7% en total), mientras que solo el 5,6% corresponde a las más eficientes (“A”, “B” y “C”).
Lo que viene a resaltar el estudio es que la gran mayoría de los hogares consume mucha más energía de la necesaria. Es decir, gastamos mucho dinero de forma innecesaria en consumir recursos energéticos y, de paso, dejamos una mayor huella ambiental.
Lo ideal para paliar esta situación sería alcanzar la letra A de eficiencia energética en todas las casas. Para los usuarios esto supondría gastar un 90% menos de energía con respecto a un hogar que cuente con una calificación G (la peor de todas) y un 85% en comparación con las casas calificadas como E y que forman la mayoría del parque residencial. Traducido a números: mientras un hogar con eficiencia energética A gasta en energía alrededor de 30 euros al mes, uno con la letra E tiene que desembolsar 205 euros cada mes.
¿Compensa entonces ir subiendo escalones en la tabla de eficiencia energética? La respuesta es afirmativa. De hecho, pasar de la letra E a la D, ya supone ahorrar 60 euros al año. Y si se logra alcanzar la letra B el ahorro es de 115 euros al mes o lo que es lo mismo: 1.380 euros al año.
…pero tiene solución
Contar con una casa más eficiente y sostenible puede parecer una tarea ímproba, sobre todo cuando la mayoría de los ciudadanos no conoce ni siquiera el nivel de eficiencia energética de su hogar. Y la realidad es que con pequeños gestos, se puede avanzar en la escala de certificación energética. Por ejemplo, la simple colocación de un toldo en la terraza puede suponer pasar de la letra E a la D (recordad: 60 euros menos al año en consumo energético).
Y es que, la iluminación, la ventilación, la calefacción o la refrigeración son los procesos que más energía consumen en los hogares, y son los apartados en los que más margen de mejora existe. Si conseguimos reducir los consumos en estos aspectos, lograremos tener un hogar más sostenibles, gastaremos menos innecesariamente, mejoraremos la calidad del aire interior de una casa y con ello, incrementaremos el valor del inmueble.
¿Y cómo lo podemos conseguir?
Pues llevando a cabo distintas actuaciones en las que no tendremos que invertir grandes sumas de dinero ni recurrir a manos expertas. Por ejemplo, no es necesario cambiar todas las ventanas de una casa para mejorar el aislamiento térmico. Puede bastar con usar burletes en puertas y ventanas para evitar fugas de aire o poner cortinas térmicas que ayuden a mantener la temperatura interior sin necesidad de recurrir tanto a la calefacción o al aire acondicionado.
Aunque en este aspecto estamos más concienciados, otra acción clave es optimizar la iluminación: sustituir las bombillas tradicionales por LED, que consumen hasta un 80% menos de energía y tienen una mayor duración, supondrá un ahorro importante en los costes de la factura eléctrica y además, permitirá reducir la temperatura de una casa en verano puesto que desprenden menos calor.
En cuanto a la gestión del agua, instalar reductores de caudal en grifos y duchas o recoger el agua fría que sale antes de la ducha para otros usos domésticos permiten ahorrar litros de agua cada día.
Otros hábitos como apagar las luces al salir de una habitación, desenchufar cargadores y aparatos que no se usan, no dejar la televisión en modo “stand-by”, utilizar programas cortos y en frío en la lavadora, ventilar la casa en las horas más frescas para evitar el uso excesivo del aire acondicionado y reciclar correctamente los residuos son gestos que no cuestan dinero y, sin embargo, tienen un gran impacto en la factura energética y reducen la huella de carbono de una casa.
La tecnología también ayuda
Como estamos viendo en este blog, la tecnología es una gran aliada a la hora de reducir la huella de carbono. En nuestra casa también nos puede ayudar a reducir esa factura energética que tanto dolor de cabeza nos causa en algunas ocasiones. Algunos de estos productos, nos van a ayudar a solventar este problema:
- Enchufes inteligentes: con ellos podrás controlar el encendido y apagado de cualquier aparato que se encuentre conectado a ellos desde una app o con asistentes de voz tipo Alexa. Con ello solucionarás el problema de todos aquellos dispositivos que se encuentran en modo “stand-by” que siguen gastando energía aunque no se usen. Además, permiten programar horarios de funcionamiento y monitorizar el consumo real de cada aparato. A día de hoy, se pueden encontrar por menos de 10 euros.
- Bombillas LED inteligentes con sensores de presencia: ya en casi ninguna casa hay bombillas incandescente. Las lámparas LED se han impuesto, pero eso no impide que las luces continúen encendidas aunque no haya nadie en una habitación. Muchos productos de este tipo incorporan ahora detectores de presencia y crepuscular de tal forma que se encienden sólo cuando la iluminación natural ha desparecido y cuando detectan movimiento de tal forma que se apagan automáticamente al salir de la estancia. Cuestan menos de 20 euros.
- Termostatos inteligentes: con ellos podrás regular la temperatura de la casa de forma automática y precisa. Además puedes programar los horarios de encendido y apagado de la calefacción o el aire acondicionado, e incluso controlarlo desde el móvil, lo que evita el derroche energético cuando no hay nadie en casa. Además, muchos modelos analizan el comportamiento térmico de la vivienda y ofrecen recomendaciones para ahorrar energía. Ya existen modelos por menos de 50 euros.
- Alexa o Google Home: sí, Alexa no sólo sirve para que te diga el tiempo que va a hacer cuando te levantes. Con estos asistentes, podrás controlar por voz numerosos aparatos del hogar, desde luces hasta electrodomésticos, pasando por persianas o sistemas de climatización (siempre que los tengas conectados a la red wifi). Con ello podrás gestionar de forma eficiente la energía o el agua. Por ejemplo, puedes crear rutinas para apagar todos los dispositivos al salir de casa o ajustar la climatización según la hora del día. Los modelos más básicos cuestan unos 40 euros.