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Monasterio semiderruido en el norte de Burgos - Jose Quintanilla Monasterio semiderruido en el norte de Burgos - Jose Quintanilla

Fotos sobre la irresistible atracción de las ruinas y el impacto humano

Jose Quintanilla retrata ruinas y neumáticos abandonados para recordarnos la huella humana en la naturaleza. Descubre su exposición en el Monasterio de Rioseco.

Lo descubrí este verano. Un día de pesado calor en un paisaje de impactante silencio. Allí, en ese monasterio semiderruido en el norte de Burgos, colgaban sus enormes fotos. Y leí algunas de sus explicaciones: “Es indudable el impacto que la acción del ser humano está teniendo en la naturaleza. El Antropoceno provocará unas huellas tan profundas que no sabemos qué tipo de paisaje dejaremos a las futuras generaciones”. Hoy viajamos a ese intrigante paraje y hacemos un hueco al fotógrafo Jose Quintanilla en nuestra serie ‘Artistas en Verde’. Por cierto, también ha captado el impacto de ruedas abandonadas en la naturaleza.

Rueda abandonada en la naturaleza - Jose Quintanilla

Dice Jose Quintanilla (Yecla, Murcia, 1963, con residencia en Madrid): “La sociedad actual avanza a tal velocidad que no somos capaces de asimilar los cambios que provoca, produciéndose la paradoja de generar ruinas arquitectónicas de construcciones antes de ser incluso acabadas y utilizadas, lo que algunos artistas como Jorge Yeregui denominan pre-ruina”. Ese es el repaso, esa es la reflexión que realiza en la exposición Mapa del Abandono, que durante todo el verano y hasta finales de este mes de septiembre puede visitarse de forma gratuita en el Monasterio de Rioseco, en el norte de Burgos, Valle de Manzanedo, comarca de las Merindades. Un paraje excepcional que estremece. Leemos en el catálogo: “Mapa del Abandono propone al espectador un recorrido por los diferentes escenarios que comprende el concepto de ruina, desde la nostalgia que nos provoca la ruina clásica hasta el paisaje contemporáneo que habitamos. Una invitación a la recreación en la contemplación de la belleza, a la vez que una reflexión sobre nuestro patrimonio como herencia cultural a proteger, incluyendo a la naturaleza en ese gran patrimonio común al que pertenecemos y que aflora en nuestra esencia espiritual como seres humanos”.

Monasterio semiderruido en el norte de Burgos - Jose Quintanilla

A lo largo del texto me conmueve especialmente esta cita del artista alemán Anselm Kiefer: Lo que me interesa es la transformación, no el monumento. No construyo ruinas, pero siento que las ruinas son momentos en los que las cosas se muestran. Una ruina no es una catástrofe. Es el momento en que las cosas pueden volver a empezar”.

Pero es que además, y eso me motivó aún más para traerlo a este blog, algunas de las fotos de Quintanilla expuestas en Rioseco incluyen neumáticos abandonados en la naturaleza; me comenta el artista que se los encontró tirados en un frondoso paraje de Castilla-La Mancha, en Albacete; que la imagen le impactó y por eso decidió trasladarla con varias tomas a El cuarto paisaje. Et in Arcadia Ego, serie que ha recibido una mención especial del certamen PhotoEspaña 2025 y que va presentada por esta cita de uno de los máximos representantes del land art, Robert Smithson: “El paraíso que nos ofrece la posmodernidad está representado por un paisaje que crece bajo la sombra de la amenaza, de la aceptación de la degradación del entorno, como ruina futura”.

Et in Arcadia ego - Jose Quintanilla

Volvemos a los textos de Mapa del Abandono: “La revolución industrial marca el inicio de una nueva era donde las máquinas necesitan ser alimentadas. La ingente necesidad de recursos naturales conlleva la sobre-explotación de materias primas, la demanda sin límite de energía y mano de obra barata, provocando el éxodo rural hacia las grandes ciudades. Se acelera de esta manera el impacto humano sobre el medio ambiente, provocando efectos irreversibles en los ecosistemas y en el clima del planeta. Entramos en la era del Antropoceno, término popularizado por el químico Paul Crutzen en el año 2000. Hoy volvemos a recuperar ese sentimiento de espanto ante la contemplación de la naturaleza alterada, deteriorada y devastada por la insaciable acción entrópica del ser humano”.

Mapa del Abandono se enmarca dentro de la programación que lleva a cabo cada verano la Fundación Rioseco: “Conciertos, talleres, actividades familiares, fiesta del voluntariado y arte, con el objetivo de revitalizar una zona deprimida, apoyando a las comunidades locales y difundiendo el rico patrimonio cultural como motor económico de la región. Desde el nacimiento del colectivo Salvemos Rioseco en 2010 hasta la creación en 2020 de la Fundación Monasterio Santa María de Rioseco, se ha iniciado un proceso imparable de recuperación del inmueble”. Su labor fue reconocida en 2022 con el Premio Hispania Nostra en la categoría de Conservación del Patrimonio como factor de desarrollo económico y social. Al frente, el párroco Juan Miguel Gutiérrez como presidente de la fundación, y como vicepresidenta Esther López Sobrado, doctora en Historia del Arte, experta en el artista Luis Quintanilla (el famoso pintor cántabro autor de los llamados los otros guernicas; no, no está emparentado con Jose Quintanilla; es afortunada casualidad).

Monasterio de Rioseco - Jose Quintanilla

Con el paso de los años –y el empujón televisivo que le dio Jesús Calleja sacando el proyecto en uno de sus programas en 2022 y dejándole como aportación un jardín renacentista, que ahora es una maravilla de laurel, lavanda, santolina, salvia, cipreses…–, Rioseco se ha ido haciendo cada vez más conocido y recibiendo miles de visitantes, sobre todo en verano, que lo recorren con la fascinación que producen las ruinas.

La exposición sigue colgada en las paredes de la iglesia de este monasterio semiderruido hasta finales de mes. Merece una visita. El lugar, el templo, el rumor del agua del Ebro que corre por la hondonada, las fotos de Quintanilla, que añade en el catálogo: “Todos nos hemos sentido atraídos en alguna ocasión por la visión de los restos de un edificio en ruina cubierto de maleza, abandonado y detenido en el tiempo, sometido al deterioro de las inclemencias del clima al aire libre y del transcurrir del tiempo. Quizás sea porque, como nos plantea el antropólogo francés Marc Augé, “la contemplación de la ruina propone un tiempo puro al que no se le puede asignar fecha, pero sí memoria”.

Monasterio de Rioseco - Jose Quintanilla

Las memorias frente a las cronologías

Me alejo del lugar con esa idea en la cabeza. Me la llevo a Madrid. Terminamos: “La ruina nos hace conscientes de la caducidad humana, del inexorable paso del tiempo, y nos invita a aceptar que tenemos muy poco control sobre el destino de nuestras vidas”. Y qué mejor sitio para experimentar estas sensaciones que lo que queda de este enorme monasterio cisterciense con origen en el siglo XIII, que entró en declive con la Desamortización de Mendizábal del siglo XIX y en abandono total en los años 60 del siglo pasado. Hoy nos mira y recibe para, como decíamos al principio, y en un literal paralelismo con el sentido del reciclaje, pensar que “una ruina no es una catástrofe, sino el momento en que las cosas pueden volver a empezar”.

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