Lo de comprar cosas de segunda mano está más de moda que nunca. Si hace años el hecho de comprarlas suponía algo de pudor y recelo, esto, hoy día, ya es cosa del pasado. Todo ha ayudado: una sociedad más concienciada con el medio ambiente, una situación económica poco boyante y unos nuevos nichos de compra, como las aplicaciones móviles, que han demostrado que, los objetos reutilizados son tan o más buenos que los nuevos. El cambio ha sido lento, pero ya es un camino sin retorno.
La sostenibilidad
Uno de los objetos estrella que puedes encontrarte en los mercadillos y aplicaciones es la ropa. En algunos casos nueva, en otros reutilizada, puedes encontrar verdaderas joyas a un precio muy razonable. Y tal oferta viene por la gran cantidad de prendas que se fabrica actualmente en el mundo que hace que el sector textil sea la tercera industria más contaminante del mundo, según la Unión Europea. Una situación que no parece que vaya a cambiar en el corto plazo. La moda rápida y la moda ultra rápida, así como los nuevos patrones de consumo no ayudan a reducir el ingente volumen de ropa que se fabrica en el mundo y que termina en nuestros armarios. “Estamos hablando de un problema estructural. Se requiere mucha más regulación, actualmente inexistente: desde impuestos diferenciados a incentivos fiscales a modelos circulares. Mientras que los productos baratos no internalicen costes es complicado que valga la pena repararlos”, explica Gema Gómez, directora de Slow Fashion Next. Por tanto, cuando te encuentres frente a la decisión de comprar una prenda de ropa de segunda mano, pregúntate: “¿Realmente lo necesito?”
Es cierto que encontrar algo a precio muy barato es muy goloso, pero muchas veces esa compra impulsiva hace que sea eso, impulsiva e innecesaria.
Y no. No creas que luego puedes donar la ropa que hayas comprado en plataformas como Shein o Temu, caracterizadas por ser máquinas de ultra fast fashion. Estas prendas no están pensadas para ser reutilizadas por su baja calidad. “Necesitamos empresas con mayor transparencia sobre cuál es la procedencia de los productos. Así, el cliente podría tener una decisión verdaderamente informada sobre el producto que va a adquirir”, añade Gómez.
Mercadillos sostenibles (o no tanto)
Más allá del precio de adquisición, ya de por sí barato y que muy posiblemente vayas a poder regatear, a la hora de comprar te tienes que fijar en algunas cosas para saber si lo que estás comprando es, realmente, sostenible (y no solo su precio). Fíjate en las etiquetas, te aportaran mucha información del origen. En la medida de lo posible, elige objetos que se hayan elaborado lo más cerca de dónde residas. En algunos casos es más fácil, como el caso de fruta o verdura, en otros casos es algo más difícil como es el caso de la ropa o de los equipos electrónicos. Revisa que la fruta y verdura sea ecológica y no basta que te lo diga el que la vende: tiene que indicarlo un sello oficial que lo avale. Y que la ropa sea de buena calidad para que realmente dure.
Otro consejo es fijarte en la composición del producto que vayas a adquirir. Esta información es especialmente relevante en el caso de la ropa de segunda mano. Mejor si compras ropa procedente de fibras vegetales como algodón o lino, antes de materia prima no renovable. Es mucho más sostenible.
La otra cara del consumo de segunda mano
No son pocas las voces que empiezan a apuntar que aplicaciones de segunda mano fomentan cada vez más el consumismo, aunque lo que se adquieran no sean objetos nuevos. De hecho, existe un perfil creciente entre los consumidores de ropa y otros objetos de segunda mano, y cada vez más importante. Más allá de aquellos consumidores tradicionales que compran objetos por convicción o para reducir su huella de carbono, cada vez son más que lo hacen simplemente para mantener su estatus. Es decir, poder tener objetos relativamente buenos a un precio bastante inferior que si fueran nuevos. Y esto puede ser un problema. “Sí que es una forma de consumismo si lo que se busca es el movimiento infinito para la foto de Instagram y que suponga utilizar esa prenda de ropa solamente una vez. Si, por el contrario, buscamos prendas para un uso a largo plazo, estaríamos alargando la vida de los productos”, añade.
Sea como fuere, plantéate cada vez si lo que vas a comprar realmente lo necesitas. Si necesitas otra totebag más aparte de las 10 que tienes en casa. O que comprar la enésima botella reutilizable tiene sentido.