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Agnes Denes, la mujer que plantó un trigal en Manhattan

Una de las más destacadas representantes femeninas del land art. Naturaleza y mujeres

En nuestra serie ‘Artistas en Verde’ seguimos descubriendo, redescubriendo, dando visibilidad a grandes artistas de todo el planeta que han construido conciencia ambiental desde la creatividad, con lenguajes emocionales que, más allá de los datos y los informes, son capaces de hacernos entender los retos de sostenibilidad que tenemos planteados. Hoy traemos aquí a Agnes Denes, de 93 años, artista conceptual nacida en Budapest que creció en Nueva York, donde ha vivido desde su adolescencia y donde sigue residiendo. Pionera y significativa representante del ecofeminismo y del ‘land art’ (el arte de la Tierra/tierra).

Agnes Denes es conocida por sus trabajos multidisciplinares, que no encuentran acomodo en un solo formato; ha tocado las teclas de la creatividad más diversas, desde la poesía y la filosofía hasta diagramas complejos hechos a mano y por ordenador (que ella denomina Filosofía Visual), escultura e instalaciones ambientales.

De Hungría a Suecia y de allí a Estados Unidos en sus años de adolescencia; el cambio de registros e idiomas le creó inseguridades para expresarse con la palabra, por lo que Agnes decidió volcarse en las artes plásticas para expresar todo lo que llevaba dentro, que, con el paso de los años, se ha visto que era mucho. Apostó primero por la pintura, pero pronto la abandonó, para enfocarse en las instalaciones, con la naturaleza como soporte e inspiración. Se convirtió así en los años 70 en una de las más destacadas representantes femeninas del land art. Naturaleza y mujeres.

Ecofeminismo

Podemos considerar que Denes es pionera del arte ecofeminista, pues a comienzos de los años 70 dejó su galería en Nueva York para convertirse en 1972 en una de las fundadoras de la A.I.R. Gallery, la primera galería cooperativa de mujeres artistas de EEUU. Ahora, 43 museos de todo el mundo cuentan con obra suya, entre ellos el MoMA, el Metropolitan y el Whitney de Nueva York.

Pionera de varios movimientos artísticos, el trabajo de Agnes es difícil de catalogar. La artista ha abordado ciencia, filosofía, lingüística, psicología, poesía, historia y música, y así ha podido componer todo un corpus artístico basado en la estética y su compromiso con las ideas sociopolíticas. Pero algo sí esta claro: esta mujer de 93 años ha sido pionera en crear conciencia eco-social (últimamente nos gusta mucho más este término que el de ambiental).

Tanto que un titular del medio mexicano ZOnaDocs (que se define como “periodismo de resistencia”) publicaba este titular respecto a una obra de la mujer que hoy nos ocupa: “Un bosque ‘handmade’ de 11.000 árboles: ¿El arte podría comunicar mejor que el periodismo?”.

Un trigal en el barrio de las finanzas

Pasemos a las creaciones más icónicas y SOStenibles de Denes:

La obra que le dio fama y nombre fue Campo de Trigo-Una confrontación, en la primavera / verano de 1982. Su trabajo consistió en convertir 8.000 metros cuadrados de un solar en Manhattan, el corazón de Nueva York, en tierra cultivable y plantar trigo en ella. El trabajo duró cuatro meses y el resultado final fue un exquisito, bello y dorado trigal que contrastaba  con la dureza de los grises rascacielos entre los que había crecido, la zona financiera de la ciudad, entre Wall Street y el World Trade Center, en el bajo Manhattan. La artista quería así denunciar la distancia entre el urbanismo y la producción agraria, entre el campo/naturaleza y esas islas de civilización llamadas ciudades, pero también denunciaba todos los intereses políticos y económicos que condicionan el mercado alimentario. 

Logró imágenes de espectacular belleza. Se crearon perspectivas mágicas y muy fotogénicas, como las de la emblemática Estatua de la Libertad o las Torres Gemelas (¡ay!) emergiendo entre las espigas. Y eso en aquellos años de cámaras analógicas; ¿qué habría sido hoy con los móviles? Instagram se habría llenado con estas imágenes del trigal en pleno Manhattan. Tras la recolección, en ese terreno se construyó Battery Park (hoy salen de ahí todos los barquitos para visiar la Estatua de la Libertad), donde la artista enterró “una cápsula del tiempo”, cuya apertura está prevista para el siglo XXX. El ciclo se cierra y la obra se convierte así en una silenciosa crítica al sistema económico reinante.

Cuando le preguntaron por qué decidió sembrar un campo de cereales en Manhattan, Agnes contestó: “Quería hacer algo que tuviera sentido”. Y añadía que su obra asume como tarea “encontrar el delicado equilibrio entre pensar globalmente y actuar de manera independiente”.

No olvidemos que estamos hablando de los años 80, década icono de modas y frivolidad, y ya entonces esta mujer nos hizo ver la desconexión cada vez mayor del ser humano con la naturaleza, absortos como estamos tanto y tantos en las civilizadas burbujas ciudadanas. Ya entonces la subrayada intención de Agnes era llamar la atención sobre los valores y prioridades humanas.

Tampoco podemos entender Nueva York y el campo de trigo de Denes sin remontarnos a lo que estaba sucediendo en la escena artística en esas décadas, cuando el ecologismo y la condena de los excesos del capitalismo impulsaron el comienzo de lo que sería un nuevo movimiento, una especie de híbrido entre arquitectura de paisaje y escultura, el Land Art, que emergió con fuerza hundiendo sus raíces en lo conceptual y en todo lo que se pudiera obtener de la naturaleza, como ramas, rocas, barro o hielo.

Plantar árboles y arroz

Antes del trigal neoyorkino, en 1968, Agnes llevó a cabo el ritual Arroz/Árbol/Entierro en el Condado de Sullivan, en el Estado de Nueva York. Así lo explicaba la artista: “Un evento simbólico que anunció mi compromiso con las cuestiones ambientales y las preocupaciones humanas. También fue el primer ejercicio de Eco-Lógica, un acto de ecofilosofía. Se considera la primera obra ecológica de arte público. Planté arroz para representar la vida (iniciación y crecimiento), encadené árboles para indicar interferencia con la vida y los procesos naturales (mutación evolutiva, variación, decadencia, muerte) y enterré mi poesía Haiku para simbolizar la idea o concepto (lo abstracto, lo absoluto, poderes intelectuales humanos y la creación misma)”.

Sí, probablemente Rice/Tree/Burial  fue la primera pieza específica a gran escala en el mundo con preocupaciones ecológicas.

Otro de sus éxitos artísticos más reconocidos es la pieza de 1996 Tree Mountain: una cápsula del tiempo, un monumental movimiento de tierras que generó el primer bosque virgen hecho por humanos, situado en Ylöjärvi, en el oeste de Finlandia. Ahora un espacio protegido por ley.

En 1998 acometió Un bosque para Australia, en Melbourne, “que ha logrado sobrevivir a una tremenda sequía de seis años y es visible en Google Earth”, según cuenta, orgullosa, la propia artista en su web. La artista plantó 6.000 árboles de una especie en peligro de extinción con diferentes alturas y edades formando cinco espirales que crean una pirámide escalonada. Un bosque que es además un mensaje sobre la grave erosión de la tierra y la desertificación que amenazan a Australia.

Una nueva Leonardo da Vinci

Comisarios, historiadores y críticos de arte han analizado en profundidad el sentido de la obra de Agnes:

Escribe el historiador de arte Donald Kuspit: “El hecho de que trabaje con cuestiones conceptuales (un espacio del mundo del arte normalmente habitado por artistas masculinos) puede explicar por qué su trabajo no ha recibido el merecido reconocimiento, pero, en mi opinión, su combinación de rigor científico, preocupaciones sociales y ambientales y su implicación con temas conceptuales la convierte en una de las grandes”.

Thomas W. Leavitt, director del Museo Herbert F. Johnson en la Universidad de Cornell, ha dicho: «La contribución particular de Denes es centrar nuestra atención en el conocimiento de las leyes naturales y las aberraciones intelectuales que definen las posibilidades y limitaciones de nuestras vidas, a la vez que crea obras de arte a menudo impresionantes. A diferencia de cualquier otro artista, excepto quizá Leonardo da Vinci, con quien ha sido comparada, está utilizando sus habilidades artísticas y su visión para entablar diálogos con el universo, para descubrir sus verdades y patrones naturales y artificiales, y llegar a respuestas, tanto poéticas como prácticas, que pueden beneficiar la vida en nuestro planeta”.

Y Robert Hobbs, profesor de Historia del Arte, crítico y comisario de arte en Virginia, ha explicado: “En la historia del arte ha habido algunos artistas que han enfatizado en su trabajo el planteamiento de preguntas provocativas y que también han puesto a prueba los límites del arte llevándolo a áreas nuevas e imprevistas. Agnes Denes es una de estas artistas especiales. En su obra ha expuesto e incluso fomentado las contradicciones para que las personas puedan empezar a ver y comprender las paradojas que normalmente aceptan sin cuestionarlas. Sus formas y conceptos universales proporcionan nuevos paradigmas para la condición humana, para comprender su relación con el azar, el caos, la contaminación, el capitalismo tardío y la naturaleza”.

Las incoherencias de nuestra sociedad

Terminamos con las propias reflexiones de Agnes Denes, resaltando sobre todo las incoherencias de nuestras civilizadas sociedades, su desconexión con la naturaleza y su sentido disruptivo. Nunca todos estuvimos a la vez tan conectados y tan absortos en nuestras burbujas de egos e insolidaridad: «Por primera vez en la historia de la Humanidad, toda la Tierra se está convirtiendo en una sociedad interdependiente, con nuestros intereses, necesidades y problemas entrelazados e interfiriendo. Los hilos de la existencia se han interconectado tan estrechamente que un tirón en cualquier dirección puede distorsionar el conjunto, el tejido que afecta a millones de hilos. Así que se requiere un nuevo tipo de actitud analítica, una visión clara, una síntesis en que las esencias tengan un significado auténtico y todo pueda ser analizado de una manera global”.

«Las paradojas de nuestra existencia: alienación en la unión, uniformidad en la especialización, ilusiones de libertad en la mentalidad grupal, ignorancia en medio de la sobrecarga de información, codicia frente al abandono, auto-engrandecimiento en respuesta a la ineficacia. Es comparable a vivir simultáneamente en la Edad de Hielo y en la ola de calor del efecto invernadero».

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