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Cada móvil mal reciclado contamina el pescado que comes

¿Por qué cada vez más pescados tienen grandes cantidades de metales pesados? La respuesta está en los aparatos electrónico mal reciclados

En la era digital, donde los dispositivos electrónicos se han convertido en una extensión de nosotros mismos, la obsolescencia tecnológica esconde una realidad incómoda y al mismo tiempo una amenaza invisible. Cada año, millones de toneladas de productos electrónicos se generan en todo el mundo. Pero, ¿qué sucede después con esos dispositivos que ya no utilizamos?

La respuesta es inquietante: una parte significativa de los conocidos como E-waste no se recicla adecuadamente y termina en vertederos, a menudo en países africanos y otros lugares lejanos, donde no solo contaminan gravemente el suelo, el agua potable y el mar, sino que también envenenan la cadena alimentaria; ese pescado que luego nos llega a la mesa con inquietantes concentraciones de metales pesados. El problema no es solo una injusticia ambiental, sino también una amenaza global para la salud.

Metales pesados

Varios estudios han revelado la magnitud del impacto de los residuos electrónicos mal gestionados en la cadena alimentaria por culpa del mercurio en peces capturados en ríos cercanos a estos vertederos, muchas veces con niveles por encima de los límites de seguridad establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Los metales pesados, como su propio nombre indica, pesan más que el agua y tienden a depositarse en los lodos del fondo del mar. Allí se incorporan a la cadena trófica a través de animales que se alimentan de filtrar el agua, como los moluscos, en especial mejillones, almejas, berberechos y navajas.

Ellos acumulan metales pesados en sus organismos, que luego pasarán y se irán concentrando en los tejidos de sus depredadores directos, pescados de pequeño tamaño, que a su vez se los comen otras más grandes. En esta cadena alimentaria por la supervivencia, cuanto más grande y voraz es el depredador final, más metales pesados acumula. Grandes atunes, peces espada y tiburones se llevan la palma.

El mercurio es un potente neurotóxico que puede causar graves daños al sistema nervioso, especialmente en niños pequeños. Otros metales pesados procedentes de estos desechos que pueden acabar en nuestro organismo a través del consumo de peces y marisco son el plomo de la baterías, el cromo o el cadmio. Además, todos los metales pesados se bioacumulan en la cadena alimentaria, lo que significa que los niveles aumentan a medida que crece su consumo.

Y mucho más

Pero no solo los metales pesados representan una amenaza. Los retardantes de llama bromados, utilizados en la fabricación de dispositivos electrónicos, también se han encontrado en los tejidos de peces y mariscos. Estos compuestos son persistentes en el medio ambiente y pueden alterar el sistema endocrino, afectando a la reproducción y aumentando el riesgo de cáncer.

El problema parece lejano. África y Asia quedan aparentemente muy lejos, pero sus consecuencias, en forma de alimentos con altas concentraciones de sustancias tóxicas, llegan hasta nuestras mesas. Especialmente a las de España, uno de los países con mayor consumo de pescado del mundo, y que en gran parte es importado de regiones afectadas por la contaminación de residuos electrónicos.

Es un peligro latente que por suerte está muy controlado, pues las autoridades sanitarias extreman sus controles para evitar la importación de pescado contaminado y garantizar a la población la seguridad alimentaria. Gracias a estos análisis exhaustivos, la mayoría de las veces las concentraciones de metales pesados están muy por debajo de los límites establecidos por las autoridades.

Sin embargo, el peligro no es tan solo el de una posible intoxicación por la ingesta directa de un determinado pescado o marisco. Como les ocurre a los atunes, el peligro es la acumulación de metales que poco a poco, a lo largo de toda nuestra vida, vamos incorporando en el cuerpo, aumenta con los años y con el tiempo podría afectar a nuestra salud.

¿Qué pescado es menos peligroso?

Primer dato importante: en Europa no hay pescados peligrosos. Si los compramos en pescaderías y supermercados, detrás de ellos hay numerosos análisis que garantizan su salubridad. Pero para evitar la acumulación de metales pesados en nuestros tejidos a lo largo de los años es importante seguir estas sencillas recomendaciones:

  • Pescado local y fresco: Siempre que sea posible hay que optar por pescados y mariscos de cercanía, de cofradías, de extracción artesanal. Especies que viven cerca de nuestras aguas, alejadas de zonas contaminadas. El congelado procedente de pesquerías lejanas y elaborado de manera industrial suele ser menos fiable.
  • Pescado diversificado: Existen decenas de especies de gran calidad nutritiva, pero los españoles nos hemos acostumbrado a comer muy pocas. Hay que romper la rutina del atún, merluza y salmón y probar de todo.
  • Pescado pequeño: Como los metales pesados se bioacumulan en los tejidos, cuanto más grande sea un pescado, mayor edad tendrá y más acumulación de esas sustancias tendrá en su cuerpo. Las muy sabrosas sardinas, anchoas y caballas no tienen ese problema, son especies de vida corta.
  • Pescado con verdura: Los expertos recomiendan combinar el consumo de pescado con la ingesta de vegetales, pues la fibra ayuda a eliminar parte de esos metales, evitando que se queden en nuestro organismo.

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