A la hora de luchar contra el cambio climático, la reforestación es una de las actividades que más impacta en la mejora de la calidad del aire y la reducción de las emisiones gracias a la capacidad de los árboles para absorber CO2, regular el clima y mantener la biodiversidad. Se trata de una de las actuaciones más importantes en la lucha contra el cambio climático y la pérdida de biodiversidad.
La deforestación y la degradación forestal han ido en aumento desde finales del siglo pasado, aunque, conscientes de este problema, las regiones más avanzadas han incrementado su masa forestal de forma significativa en los últimos años, según datos de la FAO. Gracias a diferentes programas de reforestación Europa, Asia y Oceanía llevan aumentándola desde 1990. El problema viene por parte de África y América del Sur, dos de los pulmones más importantes del planeta, donde se está destruyendo masa forestal de forma alarmante. Norteamérica, por su parte, ni gana ni pierde.
La deforestación viene impulsada por actividades humanas como la agricultura, la urbanización así como la explotación de recursos naturales, así como por los efectos del cambio climático. En este escenario la reforestación juega un papel relevante en la restauración de los ecosistemas, aunque se trata de un proceso que es lento y costoso, ya que además de la plantación de nuevas especies arbóreas, requiere de una monitorización constante para evaluar el crecimiento y el desarrollo de los nuevos ejemplares plantados. Este último aspecto es muy relevante, ya que la falta de mantenimiento pueden provocar que las tasas de supervivencia sean muy bajas, con lo que se reduce la eficacia de las estrategias de reforestación.
El valor de la tecnología
Como sucede en numerosas actividades, los avances tecnológicos están provocando una mejora en las técnicas de reforestación. Tecnologías como el uso de drones, la inteligencia artificial o la analítica de grandes cantidades de datos están permitiendo que se puedan optimizar cada fase de los procesos de reforestación. Con ellos se consiguen varios objetivos: planificar de manera efectiva la plantación de los nuevos bosques, acelerar los ritmos de la reforestación y mejorar las tasas de supervivencia de los árboles plantados. Todo ello se traduce en el desarrollo de unos ecosistemas sanos y en una reducción importante de los costes derivados de la reforestación.
Sin embargo, y a pesar de los avances producidos en la materia, siguen existiendo reticencias que lastran las políticas de reforestación, sobre todo en regiones menos favorecidas de África y Sudamérica. En primer lugar, muchas de estas regiones dependen económicamente de la explotación forestal y su posterior conversión en terreno agrícola, por lo que es importante que haya un equilibrio que garantice la conservación de bosques y selvas y que, a su vez, permita que los habitantes de estos lugares puedan seguir desarrollándose económicamente. En segundo lugar, la implementación de estas tecnologías requieren de una inversión inicial importante. Ayudar por parte de los países más desarrollados y enseñar a las regiones más pobres sobre el retorno de la inversión que se va a producir a medio-largo plazo, ayudaría a que los programas de reforestación tengan una mejor acogida. Se trata de incorporar tecnologías, que por ejemplo, no sólo sirvan para ayudar a incrementar la masa forestal, sino que también ayuden a los agricultores de la zona a sacar el máximo rendimiento a sus cosechas a un menor coste.
Soluciones para la reforestación
Existen múltiples tecnologías que se han desarrollado para conseguir la denominada reforestación inteligente. Una de las más habituales el uso de drones de reforestación. Éstos, por ejemplo, vienen equipados con sistemas de GPS y cámaras de alta resolución. Cargados con semillas, son capaces de plantarlas en áreas inaccesibles para los seres humanos. Un ejemplo de ello, es la empresa BioCarbon Engineering que apuesta por la reforestación a escala industrial. Para ello utiliza drones que disparan multitud de semillas en el suelo.
La empresa asegura que es capaz de plantar mil millones de árboles. El sistema desarrollado por un extrabajador de la NASA se centra en varias fases: por un lado, los drones analizan una determinada área de terreno. Con los datos obtenidos se comprueba si es apto o no para la plantación de determinadas semillas. En caso de que el campo sea apto, los drones se cargan con semillas germinadas previamente que luego plantan en la zona señalada. Asimismo, estos drones pueden hacer un seguimiento del crecimiento de los árboles y comprueban en tiempo real la evolución del nuevo ecosistema. Esta misma tecnología es utilizada por la start-up española CO2 Revolution que ya ha ejecutado proyectos en nuestro país, en Francia, Perú y Honduras.
La ventaja del uso de drones, es que no sólo pueden ser utilizados para la reforestación, sino también para la agricultura en aquellos países en el que el sector primario es fundamental para el desarrollo de su economía.
Por supuesto, la IA
Aunque la Inteligencia Artificial parece ser una tecnología muy reciente, lo cierto es que su uso para la reforestación es bastante antigua. El empleo de la IA, junto con el análisis de grandes cantidades de datos (Big Data), permiten planificar y monitorizar de forma eficiente los proyectos de reforestación. Para ello se utilizan algoritmos avanzados que analizan datos climáticos, del suelo y de biodiversidad para identificar las mejores áreas para reforestar y las especies de árboles más adecuadas.
Pero, sobre todo, la Inteligencia Artificial se emplea para evitar la deforestación. Para ello, los algoritmos de IA emplean imágenes por satélite para identificar cambios que se producen en la masa arbórea del planeta, emitiendo alertas tempranas en el caso de que detecte algún cambio en un determinado lugar, para que se pueda actuar contra una tala masiva de árboles de forma inmediata o para alertar de un posible riesgo de incendio por detectar un aumento de humo en una determinada zona forestal. Asimismo, ya existen drones equipados con IA que se encargan de vigilar diferentes áreas y captan imágenes en alta resolución proporcionando a los científicos datos sobre el estado de salud de los bosques y selvas.
Biotecnología ambiental
El objetivo de la biotecnología es el de mejorar la supervivencia y el crecimiento de los árboles. Una de sus principales contribuciones es la creación de árboles genéticamente modificados que son más resistentes a enfermedades, plagas y condiciones climáticas extremas. Estos árboles tienen una mayor tasa de supervivencia y crecimiento, lo que es crucial para el éxito a largo plazo de los proyectos de reforestación. Un ejemplo es el proyecto de ArborGen en Estados Unidos. Esta compañía ha desarrollado pinos genéticamente modificados que crecen más rápido y son más resistentes a las enfermedades y que no solo son utilizados para la reforestación, sino también para la producción sostenible de madera, lo que reduce la presión sobre los bosques naturales.
La biotecnología también está permitiendo la clonación de árboles de especies en peligro de extinción y su reintroducción en sus hábitats naturales. Este enfoque no solo ayuda a restaurar los ecosistemas, sino que también preserva la biodiversidad.
No obstante, son varias las voces que reclaman que todos los proyectos de biotecnología deben estar desarrollados bajo unos principios éticos y con estudios exhaustivos que evalúen su impacto a largo plazo en los ecosistemas.