El auge del coche eléctrico supone un hito en la industria de la automoción. En apenas una década, la presencia de híbridos enchufables y eléctricos ha pasado de ser algo testimonial a superar los 42 millones de vehículos en todo el mundo. Y es que, según el último informe anual de la Global EV Outlook, uno de cada cinco coches matriculados en la actualidad es eléctrico, lo que supone una gran oportunidad para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero lanzadas a la atmósfera y seguir avanzando hacia un transporte sostenible.
Pero a medida que la demanda de vehículos eléctricos crece, también aumentan los problemas ambientales asociados a la movilidad eléctrica, sobre todo la necesidad de dar solución al reciclaje de baterías, que sigue siendo el principal escollo para que los coches eléctricos cumplan su promesa de sostenibilidad.
Hacia una circulación sostenible
La batería es el corazón de los vehículos eléctricos, pero también el elemento más contaminante de esta nueva tecnología. Esto se debe a que la fabricación de las baterías de iones de litio es intensiva en agua y energía y requiere de grandes cantidades de materiales raros y costosos, como el litio, el cobalto o el níquel procedentes de explotaciones mineras de países donde las condiciones sociales, laborales y ambientales no son, en muchas ocasiones, las más adecuadas.
En los últimos años, los progresos realizados en el desarrollo de baterías de estado sólido (más seguras, más duraderas, más eficientes, más fáciles de reciclar y fabricadas con materiales alternativos al cobalto y al litio), nos permite ser optimistas de cara al futuro. Pero mientras ese futuro se hace presente, habrá que seguir aportando soluciones a los interrogantes que plantea la fabricación de baterías de iones de litio a corto, medio y largo plazo.
Eso no quiere decir que la sostenibilidad de los coches eléctricos esté en entredicho. Ni mucho menos. El impacto que puedan tener durante su fabricación se compensa durante los primeros 15 000 a 30 000 kilómetros de vida útil. Una vez alcanzado el punto de equilibrio, los coches eléctricos continúan siendo la opción más limpia y sostenible a largo plazo, especialmente en países con una red eléctrica más verde. El informe de Mitos y verdades sobre el coche eléctrico de la Fundación Ecología y Desarrollo, Ecodes, asegura que “el total de emisiones generadas en todo el ciclo de vida del vehículo eléctrico equivale a la mitad de las generadas por los vehículos de combustión”.
Duración de las baterías
Una de las principales preocupaciones de los usuarios de coches eléctricos son los tiempos de recarga y la degradación que puedan sufrir las baterías con el paso de los años. Estudios sobre la vida útil de las baterías confirman que «las baterías de iones de litio comienzan a degradarse tan pronto como se fabrican y eso afecta el alcance disponible a medida que los automóviles envejecen», apunta Liz Najman, investigadora de Recurrent Auto. Pero también recuerda que “las baterías de coches eléctricos son mucho más compleja que otras baterías de iones de litio del mercado y están diseñadas para garantizar su vida útil, incluso a que exceda de su periodo de garantía”.
En los últimos años se han producido dos importantes retiradas de baterías a nivel global, ambas relacionadas con fallos similares en el Chevrolet Bolt EV y EUV y el Hyundai Kona Electric. El remedio en los dos casos fue un amplio programa de sustitución de baterías cubierto por los fabricantes. Aparte de estas dos retiradas, “las sustituciones de baterías siguen siendo raras y siempre en vehículos con más de 14 años, lo que no está nada mal para una nueva tecnología”, asegura Liz Najman. Y añade: “Entre 2022 y 2015, el tamaño medio de las baterías aumentó un 122%, lo que significa que las baterías de los nuevos vehículos eléctricos pueden perder más capacidad antes de tener que ser sustituidas”.
¿Qué hacer cuando una batería empieza a fallar?
Cuando una batería empieza a mostrar signos de agotamiento —como una disminución notable en la autonomía o problemas de carga—, lo primero que debe hacer el propietario del coche es contactar con el fabricante o el concesionario. Muchos fabricantes de coches eléctricos ofrecen programas de recuperación de baterías o pueden dirigir a los propietarios a centros autorizados de reciclaje. Es importante no intentar deshacerse de la batería por cuenta propia, ya que las baterías de iones de litio contienen materiales peligrosos que requieren un manejo especializado.
Una vez que se ha determinado que una batería debe ser reemplazada, el siguiente paso es llevarla a un lugar adecuado para su procesamiento. En la mayoría de los casos, los concesionarios y talleres autorizados están equipados para retirar las baterías de forma segura. Algunas empresas automotrices han establecido redes de centros de recogida, y en ciertos países, existen regulaciones que obligan a los fabricantes a hacerse responsables del reciclaje de las baterías al final de su vida útil.
Desde el año 2015, la Unión Europea obliga a la industria a reciclar el 85 % de los componentes de cualquier vehículo, ya sea eléctrico o de combustión. Y para poder lograrlo, en 2017 se aprobó en España el Real Decreto 20/2017 sobre vehículos al final de su vida útil que insta a los propietarios a entregarlos a un Centro Autorizado de Tratamiento (CAT).
Proceso de reciclaje
Una vez que la batería llega a un centro de reciclaje, comienza un proceso complejo para desmantelar y recuperar materiales valiosos. Este proceso generalmente comienza con el desmontaje y desactivación de la batería para garantizar la seguridad. Este paso es crucial para prevenir incendios o explosiones, ya que las baterías de iones de litio aún pueden contener energía residual.
Después se procede a la trituración, separación y recuperación de los diferentes componentes de la batería, fundamentalmente metales, electrolito y la celda. En este sentido, destacan los procesos de hidrometalurgia y pirometalurgia que se utilizan para extraer metales valiosos como el litio, el cobalto, el níquel y el manganeso. Estos materiales son luego purificados y preparados para ser reutilizados en la fabricación de nuevas baterías o en otras aplicaciones industriales.
El nuevo Reglamento de Materias Primas Fundamentales de la Unión Europea pretende reducir la dependencia de terceros países de estos materiales imprescindibles, se prevé que para 2030 el 10% sea extraído, el 40% procesado, el 25% reciclado y que no más de un 65% provenga de un mismo país de fuera de la UE.
Asimismo, en muchos países se está trabajando en expandir las infraestructuras de reciclaje, así como fortalecer la presencia de empresas especializadas y proveedores de servicios de reciclaje, como Redwood Materials en Estados Unidos o Umicore en Europa. Esta empresa belga es líder en el reciclaje de baterías, pero también está explorando la posibilidad de comercializar baterías de segunda vida, especialmente en proyectos de almacenamiento de energía y aplicaciones industriales.
Una segunda vida para las baterías de coches
No todas las baterías que se retiran de los coches eléctricos se destinan inmediatamente al reciclaje. Muchas pueden tener una «segunda vida» en aplicaciones menos exigentes, como sistemas de almacenamiento de energía para hogares, empresas o redes eléctricas. Estas baterías reutilizadas pueden ayudar a estabilizar las redes eléctricas y almacenar energía renovable, extendiendo su vida útil antes de ser finalmente recicladas.
Los fabricantes de coches eléctricos están jugando un papel crucial en el desarrollo de programas de reutilización de baterías que ya no son adecuadas para su uso en vehículos, pero que aún tienen suficiente capacidad para otras aplicaciones.
Nissan es una de las empresas de automoción pioneras en este campo, a través de su programa Nissan Energy, la empresa ha establecido proyectos que dan una segunda vida a las baterías retiradas de sus vehículos eléctricos, como el Nissan Leaf, para aplicaciones como el almacenamiento de energía en hogares, edificios comerciales y estaciones de carga rápida. Nissan ha creado alianzas con empresas de energía y tecnología para comercializar estas soluciones.
BMW y Renault también están activamente involucradas en la comercialización de baterías de segunda vida. BMW, por ejemplo, ha desarrollado proyectos de almacenamiento de energía a gran escala utilizando baterías de sus coches eléctricos i3 en colaboración con empresas energéticas.
Además, empresas de servicios energéticos están colaborando con fabricantes de automóviles y startups para integrar baterías de segunda vida en redes de almacenamiento de energía. Entre estos gigantes de la energía destacan Enel y EDF que compran baterías usadas y las implementan en sistemas de almacenamiento que apoyan la gestión de la red y la integración de fuentes de energía renovable.