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Césped artificial, (posiblemente) el más sostenible para el medio ambiente

césped artificial a partir de neumáticos reciclados

La llegada del césped artificial a los campos de deportes, como los de fútbol o rugby entre otros, supuso un importante cambio. Tanto para los jugadores como para los responsables de mantenimiento de las canchas deportivas. Para unos, porque suponía la garantía de que saltarían a un terreno de juego siempre en buenas condiciones. Y para los otros, porque atrás quedaban los dolores de cabeza por cómo estaría la cancha tras un chaparrón, si habría “calvas” en algunas zonas que pudieran provocar lesiones o cualquiera de las muchas sorpresas que puede dar la hierba natural, sobre todo en algunas zonas geográficas.

La mayor facilidad de su mantenimiento y la rebaja de los costes que supone, las muchas más horas en que esos campos de deporte se pueden utilizar, comparados con los de hierba natural y la buena respuesta y adaptabilidad de este material a las necesidades de cada deporte, propiciaron su expansión. Más teniendo en cuenta que se instala a menudo en polideportivos públicos que cada semana utilizan deportistas de muchas categorías y edades.

Posiblemente, el césped más sostenible

Hoy día también su sostenibilidad es otro argumento de peso a su favor y un aspecto que hay que tener muy en cuenta porque merece la pena: su uso permite ahorrar hasta 3.200 m3 de agua para riego al año por campo, que es la equivalente a una piscina olímpica. Tampoco requiere fertilizantes ni productos fitosanitarios. Y, a más a más, este tipo de césped está incorporado plenamente a la economía circular al incluir materiales procedentes de reciclaje. Concretamente de neumáticos fuera de uso.

De hecho, los campos de césped artificial son una de las principales aplicaciones de este material. Un campo de césped artificial de fútbol 11 requiere aproximadamente 100 toneladas de material de relleno de caucho granulado, lo que equivale a más de 22.000 neumáticos de turismo.

El césped artificial  está incorporado plenamente a la economía circular al incluir materiales procedentes de reciclaje. Concretamente de neumáticos fuera de uso.

En España hay unos 7000 campos de deporte, públicos y privados, que utilizan este tipo de relleno. Y cada año se dedican unas 46.600 toneladas de granulado de caucho procedente de NFVU a la creación de campos de césped artificial. O lo que es lo mismo: el 57 por ciento de la producción nacional de este material, por una parte; y los neumáticos de diez millones y medios de turismos, por otra.

El caucho granulado juega dos papeles muy importantes en esta composición de césped artificial. Por una parte, como material de relleno, las partículas de un tamaño entre 0,5 y 2,5 mm. sirven para mantener las fibras de “hierba” erguidas. Y, por otra, dos capas más abajo, el granulado de caucho aglomerado con una resina de poliuretano forma una base elástica que es la que absorbe los impactos y por eso protege a los jugadores en posibles lesiones.

Las certificaciones necesarias

Este material cumple la regulación REACH, (el reglamento que regula la producción y uso de sustancias químicas y sus potenciales impactos en este caso sobre la salud humana), por lo que no supone ningún riesgo para la salud de los jugadores. De hecho, es el tipo de relleno preferido por ellos, y en el caso del fútbol es el más utilizado en instalaciones certificadas por la FIFA (alrededor del 83%)

La certificación FIFA para césped artificial toma como referencia un césped natural en buenas condiciones, y solo si cumple con todos los requerimientos, comprobados en pruebas de laboratorio y en la propia instalación, puede acceder al sello de calidad que otorga la entidad para el césped sintético apto para la práctica del fútbol. Y el granulado de caucho cumple un papel clave para garantizar el rendimiento y la seguridad del césped artificial porque replica las propiedades de un campo de césped natural.

Los campos de fútbol con césped artificial a partir de granulado de caucho reciclado pueden ser utilizados durante todo el año, independientemente de las circunstancias meteorológicas.

Otra de las ventajas de este tipo de terreno de juego es que puede ser utilizado durante todo el año, independientemente de las circunstancias meteorológicas. Incluso de la ubicación y orientación del campo en el que esté instalado, porque no necesita la luz del sol. Por eso se puede usar mucho más tiempo que un césped natural, 50 horas semanales uno y de 6 a 10 el otro. Lo que, adicionalmente, no influye en la duración de su vida útil que es de unos 10 a 15 años.

¿Hay otros tipos de relleno para césped artificial?

Haberlos los hay. Otra cosa son los resultados de compararlos.

Por supuesto, partimos de la posibilidad de optar por el césped natural. Sin embargo, como ya hemos apuntando, no es adecuado para muchos climas; requiere muchos cuidados además de agua, herbicidas y otros productos sanitarios, y tiene un tiempo de uso muy limitado. Todo ello supone una limitación muy importante en el caso de, por ejemplo, instalaciones deportivas públicas.

Entre las opciones de césped artificial, existen alternativas que utilizan rellenos orgánicos y otras sin relleno o con arena, y las tres presentan muchas limitaciones respecto al relleno de caucho.

Tabla comparativa de diferentes materiales para relleno de césped artificial

Los rellenos orgánicos requieren tratamientos químicos para controlar posibles crecimientos de algas u hongos, con los riesgos asociados en caso de heridas; la mayoría flotan y se propagan al medio ambiente en regiones donde hay lluvias fuertes o prolongadas; algunos requieren permanecer húmedos, por lo que necesitan riego, luego aumentan los costes de construcción y mantenimiento; son más costosos que el granulado de corcho, su disponibilidad en el mercado europeo es limitada y no se puede aumentar su producción a corto plazo. Y, por último, no se pueden instalar en la mayoría de los campos ya existentes diseñados con granulado de caucho reciclado.

En cuanto a los que no llevan relleno o este es arena, actualmente con cumplen con los requisitos deportivos de las grandes organizaciones oficiales de fútbol, rugby, etc., en lo que se refiere a las propiedades mecánicas y a la seguridad de los jugadores; no está demostrada su durabilidad para un uso intensivo y ni un rendimiento aceptable durante 10 años de vida o más; requiere más densidad de fibras sintéticas, lo que encarece su precio y, por último, no se puede instalar en campos ya existentes sin una completa repavimentación.

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